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«Bendita la crisis que me hizo cambiar» La historia de Jesica Guido

Jesica Guido tiene 37 años, es una mujer activa dedicada al ejercicio y a la buena nutrición. En julio de 2021 recién había regresado de un retiro espiritual en Costa Rica y estaba haciendo el profesorado de yoga, cuando recibió el diagnóstico de leucemia. BeHealth tuvo la oportunidad de conocer su inspiradora historia, llena de resiliencia.

“Soy preparadora física por lo que realizo actividad de lunes a domingo. Como Health coach cuido mi alimentación, evito cualquier producto de alcalinidad, hago mi propio kéfir con probióticos, utilizo cúrcuma y jengibre […] Por eso me tomó por sorpresa la noticia, era una enfermedad impensable para mí.»

Síntomas

“Lo curioso de esto es que todos los síntomas que eran acordes a mi profesión: los moretones en la piel, el dolor de espalda y el cansancio. En ese momento los gimnasios en Argentina estaban cerrados por pandemia. Entonces dábamos clases en las plazas por lo cual todo el día trasladaba las pesas o el equipamiento, y pensé que mi dolor de espalda se debía a la fuerza de más que estaba haciendo. 

“No había nada que realmente me asustara, mi alimentación era buena y mi estado físico también, pero el agotamiento empezó a ser cada vez más fuerte. Comencé a tomar suplementos de vitaminas porque me cansaba mucho, hasta que llegó el momento en que terminaba una clase y necesitaba dormir.»

El dolor punzante

“Una madrugada el dolor fue demasiado punzante. Ahí sentí la diferencia entre el dolor de médula espinal y de espalda, el primero se irradia y no te puedes parar. Supe que era algo diferente porque caí de rodillas, no me pude levantar más. 

“Llamé a la primera ambulancia y me medicaron un corticoide, pero a las 3 horas me volvió a dar. Entonces comenzó el estudio, el análisis de sangre revelaba que los glóbulos blancos estaban disparados. El médico me dijo que podía ser una infección y aunque no le creí, seguí tomando diclofenaco para el dolor. 

“Había conversado con una amiga que estudia medicina y me aconsejó ver a una hematóloga. Pero entre ese momento y el turno médico pasaron unos 15 días.»  

Un 21 de julio

“Casualmente la noche anterior al turno con la dermatóloga comenzaron a sangrarme las encías, la nariz, y ahí me asusté. Los glóbulos blancos en el término de esos 15 días habían llegado a 130 mil, y el médico me dijo que estaba para terapia intensiva.

“En el mismo momento me estaba enterando de que si hubiera pasado una semana más podría haber muerto, de que tenía cáncer y que debía quedarme internada 5 semanas.

“El 21 de julio me enteré de todo eso. Acá en Argentina es el día del amigo y pensé “no puede ser algo malo”, entonces respiré profundo y me dije “tengo que aplicar todo lo que aprendí en ese retiro, en mis meditaciones como coach, confiar en mi cuerpo, si me está pasando esto es porque estoy lista para aprender”. Respiré y me permití el momento de angustia. 

“Nunca me relacioné con la palabra lucha porque eso significaba que una de las dos iba a ganar. Entonces dije “esta enfermedad llegó el Día del Amigo, esta enfermedad es mi amiga, caminará a mi lado y solo se irá cuando cumpla su ciclo y yo haya aprendido lo que vino enseñarme. Viene porque estoy lista para evolucionar.

Quimioterapia: creando momentos inolvidables

“En la vida estamos llenos de juicios, y yo tenía dos opciones; una, ver el cáncer como la enfermedad que te deja sin cejas, sin pelo o hacer de cada quimio algo para recordar. 

“Por eso para cada sesión busqué crear los momentos. Para la primera me compré el pijama de la Mujer Maravilla y al terminar hice con el suero como el lazo mágico. En la segunda usé una remera con frases empoderadas. En otra me hice mascarillas faciales, y así siempre trataba de crear el momento con algo positivo.»

Bendita la crisis que me hizo cambiar

“Tengo leucemia linfoblástica aguda con alteración en cromosoma 22. Ahora mismo terminé el segundo ciclo de quimio y estoy en periodo de vacaciones solamente con medicación oral.

“Esta enfermedad vino a enseñarme algo y todo va a suceder cuando tenga que ser porque no tengo miedo a la posibilidad del rechazo de la médula. 

“La médula espinal es lo primero que se le forma al bebé dentro de la barriga. Mi mamá fue muy joven y le reclamé muchísimas cosas. Al estudiar biodecodificación pude ponerme en su lugar y entendí que nadie da lo que no sabe. 

“Con toda esa evolución y mi retiro espiritual en Costa Rica hoy entiendo que tengo es un regalo que no sucede nunca: la posibilidad de renacer en vida y poner mis propios valores. Entonces abrazo mi enfermedad y digo “bendita la crisis que me hizo cambiar.»

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