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ABC del linfoma, lo que debes saber

¿Has oído hablar del linfoma pero no estás seguro de qué se trata? No te preocupes, en este artículo te compartimos lo que dicen los especialistas sobre esta condición de salud que afecta gran parte de la población mundial. Desde su definición hasta sus principales tipos y factores de riesgo, aquí encontrarás un panorama completo del linfoma y cómo puede afectar a las personas.

¿Qué es el linfoma?

El linfoma es una forma de cáncer que afecta al sistema linfático, una parte vital del cuerpo encargada de combatir infecciones. El sistema linfático abarca áreas como los ganglios linfáticos, el bazo, el timo y la médula ósea, y el linfoma puede impactar cualquiera de estas regiones, además de otros órganos.

Este tipo de cáncer presenta diversos subtipos, pero los más destacados son el Linfoma de Hodgkin (anteriormente denominado «enfermedad de Hodgkin») y el Linfoma no hodgkiniano.

¿Qué lo causa?

Las causas precisas del linfoma aún no se comprenden completamente desde el punto de vista médico. Sin embargo, se cree que su inicio involucra una mutación genética en los linfocitos, que son glóbulos blancos encargados de combatir enfermedades.

Esta mutación desencadena una rápida multiplicación de las células linfocíticas alteradas, generando una acumulación de estas células enfermas que continúan proliferando. Además, la mutación les permite a estas células sobrevivir cuando, bajo condiciones normales, deberían morir, lo que resulta en una acumulación de linfocitos ineficaces en los ganglios linfáticos y la inflamación de estos ganglios, así como del bazo y el hígado.

Síntomas del linfoma

En cuanto a los síntomas en la fase de diagnóstico de un linfoma, el doctor Dr. Carlos Méndez, hematólogo oncólogo, señaló que es importante comprender que esta enfermedad es conocida como el “gran imitador”. Es decir, sus manifestaciones son variadas y no específicas, lo que dificulta un diagnóstico temprano.

“Uno de los síntomas comunes es la presencia de ganglios linfáticos inflamados, que pueden ubicarse en áreas como el cuello, las axilas o la ingle. Estos bultos, generalmente indoloros, tienden a aumentar en tamaño y cantidad con el tiempo”, explicó el especialista.

De igual manera, el doctor Méndez precisó que además, los pacientes pueden experimentar pérdida de peso no deseada, fiebres inexplicables, así como sudoración nocturna intensa, conocida como «night sweats».

¿Cómo se diagnostica el linfoma?

«Para el diagnóstico y tratamiento de los linfomas, disponemos de varias herramientas, como el uso de imágenes, en particular el PET/CT scan, y la realización de biopsias de médula ósea», afirma el Dr. Cristian Rodríguez, también hematólogo oncólogo.

De esta manera, los métodos diagnósticos para el linfoma incluyen:

  • Exploración física: El médico verifica la presencia de ganglios linfáticos inflamados, como los del cuello, axilas e ingle, y evalúa el estado del bazo y el hígado.
  • Biopsia de ganglio linfático: Se puede recomendar la extirpación de un ganglio linfático para su análisis en laboratorio, permitiendo detectar la presencia de células de linfoma y su tipo.
  • Análisis sanguíneo: Se realizan pruebas de sangre para contar células y proporcionar indicios sobre el diagnóstico.
  • Biopsia de médula ósea: Se extrae una muestra de médula ósea de la cadera para su análisis en busca de células de linfoma.
  • Pruebas de imagen: El médico puede recurrir a estudios de imagen como tomografías, resonancias magnéticas y tomografías por emisión de positrones (PET) para identificar signos de linfoma en otras partes del cuerpo.
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Tratamiento del linfoma

Una vez que se establece el diagnóstico, el enfoque se traslada al tratamiento. En esta etapa, como en todo tipo de cáncer, y específicamente en los linfomas, es esencial realizar una biopsia.

“Esta muestra de tejido, obtenida a través de un procedimiento invasivo realizado por un cirujano o radiólogo, es examinada bajo el microscopio y sometida a pruebas patológicas para obtener información relevante. Aunque el proceso de análisis patológico puede llevar varios días, es fundamental para comprender la naturaleza exacta del linfoma y su clasificación en subtipos como Hodgkin y no Hodgkin. Estas clasificaciones guían la elección del tratamiento, que puede variar desde distintos tipos de quimioterapia hasta enfoques más específicos según el tipo de linfoma”, explicó el doctor Méndez.

En esta línea, se pueden emplear tratamientos desde la vigilancia activa, quimioterapia, terapia de radiación, trasplante de médula ósea y otros medicamentos específicos, incluida la inmunoterapia y la terapia CAR-T, según el tipo y la etapa del linfoma. La elección del tratamiento depende de varios factores, y el pronóstico varía según el tipo y la detección temprana.

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