Historia y avances del linfoma de Hodgkin: del descubrimiento a los avances modernos
El linfoma de Hodgkin, aunque no es extremadamente común, tiene una presencia significativa en el ámbito de los cánceres. Cada año, en los Estados Unidos se diagnostican alrededor de 8,500 nuevos casos. A pesar de los avances en el tratamiento que permiten la curación de la mayoría de estos pacientes, «aproximadamente 800 muertes al año siguen relacionadas con esta enfermedad en el país,» lo cual es un número considerable. Sin embargo, este número parece pequeño en comparación con el linfoma no Hodgkin, que tiene más de 80,000 casos nuevos diagnosticados anualmente. En conjunto, estos tipos de linfoma ocupan el sexto lugar entre los cánceres más frecuentes tanto en hombres como en mujeres. Aunque la historia del linfoma de Hodgkin tiene sus raíces en el siglo XIX, sus causas, mecanismos y tratamientos no se comprendieron completamente hasta tiempos relativamente recientes.
Los primeros descubrimientos: Thomas Hodgkin y su legado
La historia del linfoma de Hodgkin comenzó con Thomas Hodgkin, un patólogo británico, en 1832. Mientras trabajaba en el Guy’s Hospital de Londres, Hodgkin observó una serie de casos de personas que presentaban un conjunto de síntomas: fiebre, pérdida de peso, y agrandamiento de los ganglios linfáticos y el bazo. «Hodgkin, que no era ni oncólogo ni internista, realizó sus observaciones principalmente a través de autopsias,» lo que le permitió identificar patrones en pacientes que habían sucumbido a la enfermedad. En ese momento, debido a la prevalencia de infecciones como la tuberculosis, la enfermedad que Hodgkin describió se pensaba que podría estar relacionada con una infección. Sin embargo, él no estaba convencido de que fuese una enfermedad infecciosa típica. Publicó sus hallazgos bajo el título «apariencias mórbidas de las glándulas absorbentes y el bazo» en 1832, siendo estas glándulas lo que hoy conocemos como ganglios linfáticos.
Thomas Hodgkin describió los casos que encontró con tanto detalle que, alrededor de 30 años después, otro patólogo londinense, Samuel Wilkes, revisó los registros y describió una nueva serie de casos, denominando la enfermedad como «Enfermedad de Hodgkin» en honor a Thomas Hodgkin. Sin embargo, la naturaleza exacta de la enfermedad seguía siendo un misterio. Aún no estaba claro si se trataba de una infección o una malignidad. «Este debate sobre si la Enfermedad de Hodgkin era una infección o un tipo de cáncer continuó durante décadas.»
Un avance crucial: Dorothy Reed y Carl Sternberg
No fue hasta principios del siglo XX que se lograron avances significativos en la comprensión del linfoma de Hodgkin. En 1902, Dorothy Reed, una de las primeras mujeres en entrar en la medicina como patóloga, realizó una serie de estudios que cambiarían la percepción de la enfermedad. «Al comparar biopsias de pacientes con linfoma de Hodgkin con las de pacientes con tuberculosis, Reed notó que la mayoría de las células en las muestras eran células inflamatorias normales del cuerpo.» Estas células eran la reacción del cuerpo a la infección, pero lo que llamó la atención de Reed fue la presencia de unas células muy grandes y anormales que constituían solo el 1 o 2 por ciento de las células en la biopsia. A partir de esta observación, Reed fue la primera en sugerir que estas células anormales eran, de hecho, células cancerosas, diferenciando así la Enfermedad de Hodgkin de otras enfermedades infecciosas como la tuberculosis. Este fue un paso crucial hacia la clasificación del linfoma de Hodgkin como un tipo de cáncer.
De manera paralela a los estudios de Dorothy Reed, Carl Sternberg, un patólogo en Austria, también hizo observaciones similares. «En una era sin internet ni comunicación global rápida, Sternberg y Reed llegaron a conclusiones similares sobre la naturaleza de la enfermedad en diferentes partes del mundo.» Ambos identificaron las células malignas que ahora se conocen como células Reed-Sternberg (en Estados Unidos) o Sternberg-Reed (en Austria). Estas células se identifican fácilmente bajo el microscopio debido a su apariencia distintiva: «tienen un citoplasma abundante y dos núcleos grandes con nucleolos brillantes que les dan una apariencia característica de ‘ojos de búho’.» Este hallazgo revolucionó la comprensión del linfoma de Hodgkin, marcando un punto de inflexión en la investigación sobre la enfermedad.
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La evolución en la comprensión del linfoma de Hodgkin
Aunque Reed y Sternberg lograron identificar las células malignas, durante varias décadas más no se conoció exactamente qué tipo de células eran. «La verdadera naturaleza de las células Reed-Sternberg no fue descubierta hasta 1994,» cuando los investigadores Rolf Küppers y Klaus Raj lograron micro diseccionar estas células de una muestra de linfoma de Hodgkin y secuenciar sus genes. Este logro les permitió determinar que las células malignas eran linfocitos B mutados y deteriorados, lo que finalmente llevó a la clasificación formal de la enfermedad como un linfoma. «Así, para una enfermedad que fue descrita por primera vez en 1832, no fue hasta 1994 que se determinó que el linfoma de Hodgkin era un cáncer de linfocitos B.»
Este avance en la comprensión del linfoma de Hodgkin permitió a los médicos refinar sus enfoques de tratamiento y diagnóstico. Hoy en día, el linfoma de Hodgkin se puede clasificar en varios subtipos, pero todos ellos comparten una característica clave: «las biopsias de los ganglios linfáticos, el bazo o la médula ósea muestran una cantidad muy pequeña de células malignas rodeadas por una densa red inflamatoria de células no cancerosas.» Curiosamente, estas células no malignas, que incluyen linfocitos, histiocitos y eosinófilos, no son simplemente una reacción al cáncer, sino que en realidad pueden ayudar a sostener el crecimiento del linfoma de Hodgkin. Este hecho ha abierto nuevas vías de investigación sobre cómo tratar la enfermedad no solo eliminando las células cancerosas, sino también modulando el microambiente que permite que el cáncer prospere.
El impacto del linfoma de Hodgkin en la oncología moderna
Hoy en día, el linfoma de Hodgkin es una enfermedad tratable en la mayoría de los casos. Los avances en quimioterapia, radioterapia y, más recientemente, en inmunoterapia, han permitido que la gran mayoría de los pacientes vivan una vida larga y saludable después del tratamiento. Sin embargo, «el hecho de que esta enfermedad haya pasado de ser un misterio en el siglo XIX a una enfermedad tratable y curable en el siglo XXI es un testimonio del progreso científico.» Aunque los tratamientos han avanzado, el estudio del linfoma de Hodgkin continúa, especialmente en lo que respecta a la personalización de los tratamientos y la reducción de los efectos secundarios a largo plazo de la quimioterapia y radioterapia.
El linfoma de Hodgkin sigue siendo una de las áreas más activas de la investigación oncológica debido a sus características únicas. «El descubrimiento de las células Reed-Sternberg y la posterior identificación de su origen en los linfocitos B mutados han abierto nuevas perspectivas sobre cómo el cáncer puede surgir de células que normalmente participan en la defensa del cuerpo contra infecciones.» Este conocimiento ha llevado a una mejor comprensión no solo del linfoma de Hodgkin, sino de muchos otros tipos de cáncer que surgen de células del sistema inmunológico.
En resumen, la historia del linfoma de Hodgkin es un reflejo del progreso continuo en el campo de la oncología. Desde los primeros descubrimientos de Thomas Hodgkin hasta los avances en la genética en la década de 1990, el estudio de esta enfermedad ha sido fundamental para entender cómo los cánceres pueden surgir y evolucionar. «Aunque la enfermedad sigue siendo una amenaza, especialmente en los casos avanzados o resistentes a los tratamientos, la mayoría de los pacientes diagnosticados hoy en día tienen una excelente posibilidad de curarse y llevar una vida normal.» Esto es un tributo a los médicos, científicos e investigadores que, a lo largo de casi dos siglos, han trabajado incansablemente para desentrañar los misterios del linfoma de Hodgkin.
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Subtipos del linfoma de Hodgkin: Clasificación y características
El linfoma de Hodgkin es una neoplasia del sistema linfático que se clasifica en dos grandes categorías según su apariencia bajo el microscopio. De acuerdo con su incidencia, el 95% de los casos pertenecen al linfoma de Hodgkin clásico, mientras que un 5% corresponde al subtipo conocido como linfoma de Hodgkin con predominio linfocítico nodular, que difiere significativamente del linfoma clásico tanto en su evolución como en sus características. En este artículo, nos centraremos en el linfoma de Hodgkin clásico y sus subtipos.