Depresión: un diagnóstico no realizado en pacientes con cáncer
Se trata de una de las mayores lagunas en el tratamiento
Cerca de un 30 % de las personas con cáncer enfrentan desafíos relacionados con la depresión, la ansiedad y otros trastornos psiquiátricos, aunque estas condiciones suelen permanecer invisibles y sin diagnóstico. Kristin Kilbourn, psicóloga clínica de la Universidad de Colorado en Denver, señaló que los oncólogos a menudo evitan abordar este aspecto emocional, comparándolo con abrir una «caja de Pandora».
Además, la salud mental ha sido históricamente relegada, y para muchos centros de atención médica, tratar a pacientes con necesidades psiquiátricas se percibe como una inversión poco rentable.
Este descuido tiene consecuencias graves: las personas con cáncer y depresión enfrentan tasas de mortalidad de hasta un 39 % más altas que quienes no padecen trastornos mentales. Además, estudios revelan que el riesgo de suicidio se multiplica por 13 durante la primera semana tras el diagnóstico y sigue siendo tres veces mayor que el promedio incluso un año después.
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¿Cuál es el vínculo entre el cáncer y los trastornos mentales?
El miedo y la tristeza son respuestas naturales tras recibir un diagnóstico de cáncer, explicó el doctor Santosh Rao, oncólogo de los Hospitales Universitarios de Cleveland. Sin embargo, la depresión clínica y la ansiedad van más allá de estas emociones. «Se manifiestan como pérdida de interés en actividades que solían disfrutarse, alteraciones en el sueño y la alimentación, e incluso episodios de pánico, todo ello de forma prolongada y con un impacto considerable en la vida cotidiana», señaló.
El cáncer no solo puede desencadenar enfermedades mentales, sino también agravarlas. Un estudio realizado en 2023 con 230,000 pacientes reveló que el 10 % presentaba depresión o ansiedad antes de su diagnóstico de cáncer, mientras que el 22 % desarrolló estos trastornos después. Los casos nuevos fueron más frecuentes en quienes enfrentan una enfermedad metastásica.
La relación entre el cáncer y los trastornos mentales suele estar influida por el impacto psicológico de recibir un diagnóstico, el temor profundo ante la posibilidad de la muerte y la presión que esta enfermedad impone sobre los vínculos personales. «Aunque en algunos casos el cáncer puede unir a las personas, con frecuencia agrava las tensiones en relaciones que ya estaban deterioradas», destacó el doctor Santosh Rao.
Factores como los efectos directos del cáncer y los impactos secundarios del tratamiento también desempeñan un papel importante, según explicó el doctor Zev Nakamura, psiquiatra de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill. Por ejemplo, el dolor sin controlar puede llevar a las personas a abandonar sus rutinas y sufrir insomnio. Los medicamentos bloqueadores de hormonas, comúnmente empleados en el tratamiento del cáncer de próstata y de mama, pueden provocar fatiga y cambios de humor, mientras que las cirugías oncológicas pueden alterar profundamente la percepción del cuerpo y la identidad personal. Estas intervenciones van desde la pérdida de órganos reproductivos en una histerectomía total hasta el uso permanente de una bolsa de colostomía.
Los problemas de salud mental suelen persistir incluso después de que el tratamiento contra el cáncer ha concluido. Estudios indican que los sobrevivientes tienen un mayor riesgo de desarrollar trastornos mentales hasta cinco años después de su diagnóstico en comparación con la población general. Nakamura subrayó que, aunque el apoyo en salud mental es limitado para los pacientes oncológicos, lo es aún más para quienes han superado la enfermedad. “Actualmente, no existe una capacidad adecuada para ofrecer una atención continua e integrada en salud mental”, señaló.
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