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Factores de riesgo y síntomas de la leucemia infantil

Los cánceres pediátricos tienen características muy diferentes a los tumores de los adultos. Los más comunes en los niños son los cánceres de sangre o la leucemia. Algunas formas de cáncer del sistema linfático, los linfomas, también afectan particularmente a los niños.

Leucemia infantil

La leucemia es el cáncer más común en los niños (casi 1 de cada 3 casos). Son el resultado de una anomalía en el desarrollo de células madre hematopoyéticas en la médula ósea (células precursoras de todas las células sanguíneas: glóbulos rojos y blancos, plaquetas.

Hay formas agudas y crónicas de leucemia. La leucemia aguda, que es característica en los niños y más rara en los adultos, comienza repentinamente y se desarrolla en unos pocos días o semanas. La leucemia crónica se desarrolla lentamente a lo largo de varios meses o años y afecta más específicamente a los adultos (muy poco frecuente en los niños).

Diferentes tipos de leucemia

Dependiendo del tipo de célula afectada, se definen varias formas de leucemia:

  • Leucemia linfática aguda o linfoblástica (LLA) (alrededor del 85% de los casos de leucemia en niños), más común en los varones.
  • Leucemia mieloide o mieloblástica aguda (LMA), que afecta más a menudo a las niñas.

Dependiendo de la etapa de desarrollo de las células tumorales, varias categorías de LLA y LMA son definidas por especialistas y son más o menos comunes en los niños.

Factores de riesgo de la leucemia infantil

Se han identificado varios factores de riesgo de leucemia en los niños:

  • La existencia de síndromes genéticos (resultantes de la mutación de uno o más genes), en particular el síndrome de Down, el síndrome de Bloom, la anemia de Fanconi, la ataxia-telangiectasia, la neurofibromatosis de tipo 1, el síndrome de Wiskott-Aldrich, el síndrome de Klinefelter, el síndrome de Li-Fraumeni o el síndrome de Shwachman-Diamond
  • Un historial de leucemia entre hermanos
  • Exposición a altas dosis de radiación
  • Tratamiento previo con radioterapia o quimioterapia
  • Alto peso al nacer ( > 4 kg)

Además de estos factores conocidos, otros aspectos podrían desempeñar un papel en la aparición de la leucemia, aunque este vínculo aún no se ha demostrado científicamente: la exposición a ciertos tipos de radiación o campos electromagnéticos, los plaguicidas, el humo del cigarrillo, el alcohol, el benceno (un disolvente cancerígeno) o la exposición materna a ciertas pinturas.

Síntomas de la leucemia en los niños

Los síntomas suelen aparecer rápidamente en unos pocos días o semanas. La leucemia infantil puede manifestarse de forma diferente según el tipo de leucemia de que se trate, pero todas tienen los siguientes signos en común:

  • Fatiga
  • Palidez
  • Infecciones frecuentes
  • Fiebre persistente y a menudo moderada
  • Hematomas (moretones), hemorragias frecuentes (nariz, encías) y manchas rojas en la piel (petequias)
  • Dolor en los huesos o en las articulaciones, que puede llevar a la cojera
  • Hinchazón del abdomen, relacionada con un aumento del volumen del bazo o del hígado
  • Pérdida de apetito asociada a la pérdida de peso
  • Hinchazón de los ganglios linfáticos (linfadenopatías)
  • Tos persistente, a veces acompañada de dificultades respiratorias
  • Hinchazón de la cara y los brazos

Pueden presentarse otros síntomas, especialmente si la leucemia se extiende al sistema nervioso central o a ciertos órganos.

Diagnóstico y pronóstico de la leucemia

Lo más frecuente es que los padres busquen ayuda después de un rápido deterioro del estado de salud de su hijo. El diagnóstico de la leucemia se basa en un gran número de exámenes médicos que, por un lado, confirman la leucemia y, por otro, determinan su tipo y etapa de desarrollo. Estos exámenes son esenciales para establecer el cuidado más apropiado para la enfermedad del niño.

Estos exámenes son los siguientes:

  • Análisis de sangre (recuento de células sanguíneas, factores de coagulación de la sangre, enzimas y diversos compuestos).
  • Biopsia de la médula ósea en la que se realizan diversas pruebas de laboratorio para identificar las células tumorales y la evolución de la enfermedad.
  • Punción lumbar para analizar el líquido cefalorraquídeo (en el que están inmersos el cerebro y las meninges) y determinar si la leucemia ha alcanzado el sistema nervioso central.
  • Exámenes de imagen (rayos X, ultrasonidos, escáneres y resonancia magnética) para buscar posibles daños en los órganos (ganglios linfáticos, hígado, bazo, testículos, piel, encías, cerebro, pulmón).

Sobre la base de todos estos elementos, el equipo multidisciplinario que se ocupa del niño puede establecer el diagnóstico preciso de la enfermedad, dar a la familia un pronóstico (probabilidad de que la enfermedad progrese) y establecer los tratamientos adecuados.

Varios factores pueden influir en el pronóstico de la enfermedad

  • Edad: Los niños de 1 a 9 años tienen un mejor pronóstico que los niños más jóvenes o mayores;
  • El número de glóbulos blancos en el momento del diagnóstico: el pronóstico es mejor para los niños cuyo recuento de glóbulos blancos es inferior a 50.000 células/mm3 ;
  • Daño al sistema nervioso central
  • Existencia de anomalías cromosómicas o genéticas
  • Sexo
  • Respuesta al tratamiento

En promedio, después de 5 años, el 89% de los niños de 0 a 14 años siguen vivos después de una leucemia linfoblástica aguda, en comparación con el 67% de la leucemia mieloblástica aguda.

Tratamiento de la leucemia infantil

El manejo de la leucemia implica diferentes tipos de tratamientos contra el cáncer:

El objetivo de la quimioterapia con medicamentos es destruir el mayor número posible de células tumorales. Los medicamentos se administran a través de un catéter venoso central, que se inserta en el cuerpo del niño antes de la primera sesión de tratamiento.

Un transplante de médula ósea permite el reemplazo de la médula ósea del niño destruida por el tumor o por tratamientos. La radioterapia se utiliza cuando ciertos órganos han sido invadidos por células tumorales.

Para cada tipo de leucemia y cada etapa de la evolución de la enfermedad, se han definido protocolos de tratamiento normalizados por comités de expertos nacionales, europeos o internacionales. En estos protocolos se definen los medicamentos de quimioterapia que se utilizarán, su dosis y el número de sesiones de quimioterapia, así como el uso de la radioterapia y el trasplante de médula ósea.

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