«Con el cáncer hay transformación»: Mitza Santiago
El cáncer de mama es el segundo cáncer más común en las mujeres. Según datos del Instituto Nacional de Cáncer el porcentaje de supervivencia ha ido en aumento. Mitza Santigo, hace parte de ese grupo de sobrevivientes y en entrevista con BeHealth relata su historia.
“Inicialmente me palpé la masa en mi seno derecho… fui en privado a hacerme una radiología. Mientras me la realizaron, los médicos sospecharon y me preguntaron por qué yo esperé tanto, a lo que respondí que hasta ahora lo había palpado”. Tras este hallazgo le realizan una biopsia que salió negativa, pero tras un segundo procedimiento da positivo.
En 2012, cuando diagnosticaron a Mitza con cáncer de mama, esa misma semana le sacaron la masa y los nódulos del brazo y las axilas, que como ella dice “por fortuna salieron negativos”, después siguieron las quimioterapias y luego a las radioterapias.
Ella afirma: “con lo que yo más sufrí al inicio de mi enfermedad fue la falta de mi esposo, porque ese abrazo que ese hombre me hubiese dado, era un abrazo diferente”. Sin embargo, ella no estaba sola. Tras el diagnóstico, lo anunció a sus hijos y ellos mostraron su apoyo incondicional.
La familia: su razón de lucha
Tras la primera quimioterapia, viene uno de los cambios más fuertes que trae la enfermedad, la caída del cabello. En esta etapa la familia de Mitza le demuestra el infinito amor que siente por ella, es así como lo relata:
“Luego de la primera quimio a mí me dolía mucho la cabeza, me daba miedo tener un tumor también allí, pero una de mis nueras me dijo que, según lo que había leído, eso se sentía cuando se iba a caer el cabello. Eso me dio tranquilidad. Luego, el domingo próximo, vinieron mis dos nueras, ya casi se me había caído todo el cabello, y mi hijo menor me dijo: ‘vamos a pasarte la máquina’. Nos fuimos todos al patio me pasaron la máquina, pero no fue un momento triste, todos nos reímos. Yo fui fuerte porque no quería afectarlos”.
Este cambio, Mitza lo tomó con optimismo. En su primera salida en público ella recuerda “en la calle lo que hay es sensibilidad y empatía. En la calle no hay burla, no hay mofa y eso me hizo sentir bien”.
Toda su familia se involucró. Sus nietos también han vivido todo un proceso de enseñanza, desde el día cero ellos entendieron la condición y a pesar de su corta edad velan por su bienestar, como recuerda Mitza entre risas “un día en medio de una quimio a pesar que ellos no pueden pasar a donde te hacen el procedimiento uno de mis nietos agarra una enfermera y le dice: cuidado ella es mi abuela, cuídala”.
Una lucha contra el cáncer en nombre de quienes han perdido la vida…
La hermana de Mitza padeció cáncer de seno y su mamá cáncer de riñón. La lucha de ellas se acabó cuando el cáncer termino con sus vidas, para su hermana fue dos años después de la detección y su madre tres meses después del diagnóstico.
En su nombre, Mitza ha tomado el control de su salud con valentía, alegría y optimismo, y hoy lleva con ella la bandera de ser sobreviviente de cáncer honrando el apoyo de su familia, su vida y el nombre de su madre y su hermana que fallecieron dando una batalla que la vida decidió acabar para terminar con su dolor porque como Mitza relata “su proceso fue bastante duro y feo”.
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La importancia del autoexamen
Cuando le detectaron cáncer a Mitza ya estaba en etapa tres. A pesar de sus antecedentes familiares se descuidó. Durante dos años dejo de hacerse la mamografía y fue en este lapso de tiempo cuando el cáncer se desarrolló y aquí viene una de las enseñanzas de Mitza: la importancia de realizarse el autoexamen. “es nuestra responsabilidad hacer con frecuencia la mamografía, la sonografía y el autoexamen. Salva vidas”.
El legado de Mitza
“Justo cuando la oruga pensó que era su final, se transformó en mariposa. No hay final, hay transformación”, esto es lo que significa el cáncer en la vida de Mitza ‘transformación’ y es tal vez el mejor mensaje de aliento para aquellos que se enfrentan a esta difícil enfermedad que con solo nombrarla a muchos les evoca la muerte, pero para Mitza esto no debe ser así, afirma:
“Cuando tú tienes cáncer, tú eres más pensante, tú tienes más control y aprendes a vivir y a disfrutar cada día como si fuera el último. Aprendes a ser feliz. Mi vida es bonita, yo soy feliz.
«Cuando me diagnosticaron me sentí destruida, me sentí débil, pero al siguiente día la cosa cambia porque hay esperanza. No nos podemos desanimar”.